Si se habla de alternativas y nuevas propuestas, ‘Toná’ es la opción ideal. Se trata de una puesta en escena alejada de narrativas convencionales para ofrecer al espectador a una experiencia poética, plástica e intuitiva.
“Quería hablar de la muerte, que apareciera, pero como aparece en el folclore, con toda su fuerza mítica, psíquica, y también como un motivo para la fiesta, para la celebración y la catarsis”, cita el Teatro de la Abadía a Luz Arcas.
‘Toná’ indaga en la fugacidad, en la muerte y la memoria.
La pieza se estrenará el 28 de enero y estará cuatro días en la Sala Juan de la Cruz.
“Los cuerpos y los objetos (el vestuario, los elementos escénicos) son atravesados por lo invisible (la música, el movimiento) y agitados hasta la extenuación: un exceso de vida que acaba por agotarlos y devolverlos a lo inerte”.
La semilla de ‘Toná’ germinó en noviembre cuando, con el título provisional de La carne, la caída, el se estrenó en el Centro Pompidou Málaga, un proyecto a la manera de laboratorio creativo compartido por tres malagueñas residentes en Madrid de proyección significativa: la bailarina y coreógrafa Luz Arcas, directora de la compañía La Phármaco; la fotógrafa Virginia Rota, colaboradora de La Phármaco desde sus inicios; y la violinista y compositora Luz Prado, con la que Arcas ya había colaborado en su pieza ‘La domesticación’.