El dolor de espalda, el más común entre los españoles

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Según el primer Barómetro del Dolor 2017, promovido por GSK Voltadol, el dolor de espalda afecta al 37% de los españoles y es el más común de los dolores corporales en nuestro país, por delante incluso del de cabeza. En este tipo de dolor los pies juegan un papel fundamental, especialmente durante la fase de crecimiento y desarrollo de la estructura ósea, por eso es tan importante escoger el calzado de bebé adecuado.

Los expertos señalan que el uso de un calzado incorrecto en edades tan tempranas puede perjudicar el desarrollo y formación de los músculos, ligamentos y articulaciones, además de causar deformaciones en los pies y los tobillos que repercutirán en la pisada y en la forma de sostener el cuerpo.

En los primeros pasos del niño, el calzado debe aportar sobre todo seguridad pero también permitirle libertad de movimiento para no interferir en el correcto desarrollo del pie.

La horma debe ser recta, para evitar desviaciones del dedo y del arco del pie, ya que éste aún no está formado del todo. “Si una de las bóvedas de soporte o pie, es diferente a la otra, se produce una repercusión directa sobre la rodilla y la columna. Por tanto disminuye seriamente la estabilidad de las mismas y consecuentemente su duración y resistencia en el tiempo” explica el podólogo Martín Rueda en declaraciones a La Vanguardia.

Es por esta razón que los expertos aconsejan no pasar los zapatos de un niño a otro, ya que cada uno posee una forma del pie diferente a la que su zapato debe irse adaptando poco a poco.

También hay que tener en cuenta la longitud del pie. Los pies de un niño están en crecimiento hasta los 15 o 16 años, que se osifican completamente. Durante todo este tiempo, la longitud del pie varia constantemente, especialmente en los primeros años, por eso es recomendable comprar un zapato que sea un centímetro mayor que el pie del niño. Así los dedos tendrán movilidad y los huesos y ligamentos podrán desarrollarse correctamente.

Las suelas antideslizantes son un buen aliado en esta etapa, de goma flexible y algo gruesa para amortiguar bien los posibles impactos.

El cierre debe ser de tipo ajustable, ya sea con cordones, cremallera o velcro, para sujetar perfectamente el pie del bebé, aunque cuidado con apretar demasiado en la zona del tobillo. Si limitamos la función articular del tobillo, estaremos impidiendo que el hueso se desarrolle y coja fuerza suficiente para cumplir su función en los próximos años.

En cuanto al material, siempre de tipo transpirable y si lleva forro interior, sin costuras, para evitar rozaduras o heridas.

Y por supuesto, no hay que olvidar la parte funcional del calzado de bebé, que no es otra que la protegerle del suelo y abrigarle cuando sea necesario.