Un 4 de abril de 1910, el Rey Alfonso XIII inauguraba, con una piqueta de oro, las obras para construir la Gran Vía de Madrid. Esto fue 24 años después de que se aprobara el proyecto para hacerla, en 1886. Ahora no entenderíamos la capital sin esta avenida que es como el centro neurálgico de los madrileños. Sin duda, más que una simple calle, es una pasarela llena de historia.
El tema de la construcción de la Gran Vía dio muchas vueltas. Tantas, que hasta el maestro Federico Chueca le dedicó una de sus zarzuelas. Por aquella época el centro de Madrid estaba lleno de calles pequeñas que lo hacían casi imposible para el tráfico. Así que, se propuso un proyecto de obra con el objetivo de hacer hueco para ampliar las carreteras y así evitar los atascos que se formaban.
Por ese motivo, se propuso la construcción de una avenida principal que supondría la eliminación de más de 300 casas y más de 20 calles.
A pesar de los fantasmas y demoras, la obra se dio por concluía pasados 21 años. Y, aunque todavía faltaban casas por hacer, ya se podían ver muchos edificios emblemáticos, como el Edificio Telefónica, que fue uno de los primeros rascacielos de España y de Europa.
Después de 113 años, podemos afirmar que la Gran Vía madrileña ha visto de todo. Uno de los casos más sonados fue en 1928, cuando se celebró una corrida de toros improvisada en la que se escapó un toro. Además, cada otoño, la avenida se convierte en camino para ovejas en la Fiesta de la Trashumancia.
En ella también encontramos los cines madrileños más famosos, los teatros, los musicales… Además, ha servido de escenario de grandes películas como La ciudad no es para mí, Abre los Ojos o El Día de la Bestia. Y no es para menos, porque esta calle ya es historia, es tradición y forma parte de esa parada/paseo obligado si se viaja a la capital de España.