Fomentar la actividad física desde bebé contribuye a su desarrollo

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Los pies de nuestros hijos son uno de los factores más importantes a tener en cuenta durante la etapa de crecimiento. Desde bebés, el calzado debe adaptarse a cada situación y permitir el correcto desarrollo de músculos y articulaciones, algo en lo que también influye la actividad física del pequeño y su iniciación en la práctica del deporte.

Según los expertos, practicar un deporte, además de conllevar innumerables beneficios para la salud, contribuye a que los más pequeños se relacionen y aprendan valores como el esfuerzo, el respeto o el trabajo en equipo pero, ¿cómo influye en su desarrollo?

Con apenas 2 años, aunque aún se utilicen carritos o mochilas porta bebés para desplazamientos con el niño, éste puede comenzar a participar en clases de psicomotricidad que le ayuden a ir desarrollando capacidades motoras como la coordinación, la resistencia, la flexibilidad o la fuerza que le ayudarán a desarrollar sus músculos y huesos y a mantener el equilibrio al caminar.

Tiempo después, se puede incentivar su desarrollo con juegos que le ayuden a aprender habilidades tales como saltar, correr o tirar y recoger. En esta etapa, el calzado de bebé más adecuado es aquel de cierre ajustable, que asegure los tobillos del bebé y al mismo tiempo le permita tener suficiente movilidad en todos los ejercicios que realice.

A partir de los 6 o 7 años, con su capacidad motora más avanzada, el niño ya está físicamente preparado para practicar deporte aunque es importante comprobar sus condiciones de salud antes de iniciarle en cualquier tipo de disciplina. Aunque en esta edad aún considera el deporte como una diversión y entretenimiento es importante inculcarles desde pequeños que no todo consiste en ganar.

Este punto es especialmente delicado en los próximos años, cuando entran en juego valores como la competitividad y el respeto al introducir reglas y normas en la práctica deportiva. Los padres y el entrenador, si es que lo hubiera, deben incidir en que el deporte solo constituye un juego y un beneficio para su salud y no una prioridad en su vida.

A partir de los 10 años el cuerpo del niño se encuentra a pleno rendimiento y su capacidad para adquirir nuevas habilidades también, con lo que su aprendizaje es mucho más rápido. Comienza a controlar sus emociones y gestionarlas durante la actividad física pero inconscientemente comienza a compararse y reflejarse en los demás, especialmente en cuestiones de equipamiento y vestimenta como el calzado, que, más allá del diseño o la marca, debe garantizarle seguridad, agarre y transpiración durante el ejercicio.

Con la llegada de la pubertad tiene lugar un mayor abandono de la actividad deportiva. La iniciación en nuevas aficiones o la necesidad de aceptación social pueden derivar en un cambio de hábitos y rutina en los que se deje de lado el deporte. Los expertos señalan que en ningún caso los padres deben obligar al adolescente a practicar deporte pero sí pueden dar ejemplo realizando alguna actividad física o incentivarle con actividades deportivas en familia.

Al igual que en un adulto, el hábito deportivo debe construirse y fomentarse día a día con responsabilidad. Ser conscientes de nuestro estado de salud y practicar ejercicio con el equipamiento adecuado deben ser 2 premisas que inculquemos a los niños desde pequeños. Pero sobre todo, que el deporte es una actividad lúdica que debemos disfrutar practicando, nunca una obligación.